Para que exista una adecuada comunicación oral entre un emisor y un receptor el nivel sonoro del mensaje debe recibirse 10 dB por encima del ruido de fondo.
Cuando el ruido de ambiente es muy elevado deberemos forzar en exceso nuestras cuerdas vocales para poder comunicarnos.
Como ejemplo, en un aula universitaria el nivel de ruido de fondo se sitúa en unos 45/55 dB, por lo que el profesor debe elevar su nivel de voz para que el mensaje se pueda recibir a unos 55/65 dB para que pueda ser entendido, sin embargo, en un centro educativo infantil (aulas, comedores,…) podemos encontrar niveles de fondo próximos a los 65/75 dB, por lo que para recibir el mensaje éste deberá tener un nivel por encima de los 75 dB(A), lo que supone elevar considerablemente el nivel de voz.
Este tipo de ambientes ruidosos suponen una larga lista de efectos negativos para la salud y nuestro bienestar, de ahí la importancia de conseguir que el ruido de fondo de los recintos de pública concurrencia sea lo más bajo posible.
Las mejores herramientas para conseguirlo son el adecuado acondicionamiento acústico del recinto y la concienciación de la población de la problemática que plantea el ruido.